domingo, 26 de agosto de 2012

34




Rodrigo:

             Rubén está a salvo pero muy grave. Apenas entramos al pueblo nos tirotearon... él me protegió pero  quedó muy mal... tengo mucho miedo. La perra -Maika- escapó para el lado del campo apenas escuchó los tiros...  y tengo miedo que le haya pasado algo, aunque no recuerdo haber visto que los muertos ataquen a los animales. Robé un teléfono a un soldado muerto que intentó entrar al campamento antenoche... lo maté con una piedra y por suerte nadie me vio. 
   No puedo hablar y todos piensan que soy estúpida. Soy médica, estaba haciendo la residencia cuando vino el fin del mundo. Estuve escondida en un hospital durante un tiempo, después fui secuestrada. Rubén salvó mi vida y me cuidó todo este tiempo. Y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para devolverle el gesto. 
   Los soldados intentaron violarme el día que nos encontraron, pero me dejaron en paz después de que el coronel Larramendy fusilara a tres de ellos. Me dedico a tareas de limpieza y cocina para ganarme la comida y trato de no llamar la atención para evitar sospechas y poder moverme mejor.
   Antes de que nos ataquen los militares, Rubén me dijo que sos la única persona confiable en este mundo, que podías ayudarme en caso de que él no salga de esta. Ahora está en la enfermería y tengo pocas posibilidades de acceder a él. Estoy intentando ganarme la confianza del personal de salud pero tengo miedo que sea peligroso mostrar conocimientos. Estamos en Avellaneda, en un campamento militar bajo bandera argentina. Los oficiales de alto rango tienen una insignia con un cóndor. Un par de veces escuché a dos de ellos
hablando sobre su líder, el general Iturriaga, dicen que es un hombre temible y severo, con un proyecto muy grande. Parecen ultracatólicos. Mantienen el campamento a salvo de los "Inicuos", como les dicen a los muertos que caminan. Están armados hasta los dientes y tienen una disciplina que da miedo. Son extremistas católicos, rezan el rosario mientras hacen guardia. Dan misa día de por medio y si alguno muestra desinterés, lo castigan con cepo. Ellos creen que Rubén sabe algo y me doy cuenta que están esperando a que se recupere para hacerlo hablar... al precio que sea. 
   Voy prender el teléfono día de por medio. Si me demoro es porque tengo que esconderme muy bien. Si me llegan a ver me van a hacer cosas horribles.
                                                                
Lucía.


                     -seguir leyendo acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario